17 de diciembre 2019
17 de diciembre 2019
ㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤNecronomicon
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ㅤㅤㅤㅤAño 1710; Periodo Edo, Japón
El ruido era ensordecedor y Hideto, no soportaba ya el sonido de la batalla, un soldado ejemplar en pro de su patria decían, pero a su alrededor, solo se podía ver muerte y desolación, sin importar el lugar en el que fijara su mirada, la oscuridad era absoluta y los hombres morían, cada parte ofrecía sus sacrificios en esa marea roja, sangrienta.
Eran aves de rapiña cazando una presa sedienta de sangre y muerte, la única finalidad salir victoriosos y en lo posible vivos entre el hedor y sangre, los muchos años de entrenamiento en la milicia, ascendiendo y aprendiendo no eran suficientes ahora.
Muchos hombres habían caído por sus manos en el transcurso de su vida, no importaba el método, debían morir, las dinastías y sus señores se mantenían en sus posiciones gracias a hombres que como él, se cubrían de honor y títulos por asesinar a otros, con ideales diferentes o jefes diferentes, de esa forma era como se fortalecían los imperios y se distribuían las tierras entre, los señores feudales, ellos simple peones Shogi enviados a sacrificarse y sacrificar a otros...
Había perdido ya la noción de la realidad, los jadeo, clamores, gritos y desesperanza, se fundían, con el rojo de la sangre, olor a podredumbre y muerte, su cuerpo ya no respondía de la misma forma, las horas habían pasado y solo el peso de su cuerpo le indicaba que seguía en pie intentando no desvanecerse, los cortes que realizaba con su espada ya no daban muerte inmediata a sus oponentes, debía asegurar, dos, tres, incluso cuatro antes de ver los cuerpos desplomarse sin vida ante sus pies, sus manos llenas de sangre, temblaban, junto a sus piernas, incluso su mente ya no pensaba con la mayor lucidez.
-Te conozco... no es la primera vez que me visitas, pero si la primera vez que decides estar tan cerca de mi...
Había pronunciado una sonrisa de ironía en sus labios acompañada de un audible gemido al ser atravesado en simultaneo en su pecho, abdomen, espalda y piernas, con su cuerpo caliente como estaba no sabia con seguridad cuantos eran los cortes por todo su cuerpo y mucho menos a cuantos hombres fue a los que mato tras sentir las punzadas atravesándolo, pero... Que importaba eso ahora, al final iban a sumarse a una larga lista de hombres a los que ni siquiera conocía su nombre o recordaba su rostro y que lo único que tenían en común, era haber muerto en sus manos, pero a él tampoco le importaba eso, todos eran iguales y se verían al final en el mismo lugar...
Cayo de rodillas, desangrándose, tenia varias heridas en sus puntos vitales y su espada se soltó de su mano para caer en diagonal a su cuerpo, su visión comenzaba a nublarse y su risa comenzó a salir a carcajadas, sintiendo como se le iba la vida...
¿así que... eso era morir?
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